
Cultivos Transgenicos
Cultivos transgénicos: uso y abuso
Por Joaquin Serafini Lic. En Biotecnología M.N. 00005
Hace poco, resurgió con fuerza el tema de los cultivos transgénicos con el conflicto que hubo en la provincia de Córdoba en el que, finalmente, el gobierno provincial decidió no autorizar la instalación de una planta de Monsanto. Existe una postura mayoritaria tomada en contra de la empresa de capitales estadounidenses, en general influenciada por voces con intereses en el asunto. El presente texto intentará explicar lo más objetivamente posible los conceptos científicos relacionados y dar una mirada distinta desde la ética y la conciencia social.
Los transgénicos. ¿Qué son?
Los avances en ciencia y tecnología han hecho que el ser humano conozca más a fondo procesos biológicos y, dentro de ciertos límites, pueda también manipularlos. Esto en no significa que conozca las consecuencias de la manipulación de dichos procesos, sino meramente conocerlos y eventualmente manipularlos.
El último grito en este sentido es el que se da a nivel genético. A modo de breve introducción bastará decir que dentro de todas las células vivas hay información genética: esa información es la que se almacena y transmite entre generaciones, y contiene toda la información necesaria para llevar a cabo todas las funciones del ser vivo. Cada especie tiene una información particular y distintiva en cuanto a calidad y cantidad. Esto está dado por los genes: las unidades en que está dispuesta la información genética. Cada gen contiene la información para uno o más componentes de funciones biológicas. Esta información se almacena, se usa, se daña y se repara; todo el tiempo todo junto. Para ilustrar la importancia de esta información podemos decir que son pequeñísimas las diferencias que hacen que haya tanta diversidad entre humanos, quienes tenemos “casi” 100% de igualdad genética entre nosotros. Ese “casi” hace que haya diversidad de colores de ojos, de piel, de metabolismo, de altura, etc. Obviamente también tiene una influencia vital el ambiente y las condiciones en que cada ser humano se desarrolla. La diversidad de la interpretación de esta información hace que con el mismo bagaje de genes se puedan obtener células de la piel, células nerviosas, células musculares, etc.
En este contexto científico es que nacen los Organismos Genéticamente Modificados, especies vivas que han sufrido manipulaciones en su información genética por mano del hombre. Hay vegetales, animales, hongos y bacterias que han sido objeto de manipulación genética (sálvese quien pueda!). Las manipulaciones genéticas pueden ser de dos tipos: modificación de la información original (OGM: Organismos Genéticamente Modificados) o introducción de información de una especie en otra especie (TG: trans-génicos).
La transgenia es el proceso más usado, ya que permite ampliar las capacidades de una especie agregándoles las de otra u otras. Un ejemplo irreal pero ilustrativo sería agregarle alas a los chanchos. Un ejemplo más real sería ponerle propiedades de bacterias a la soja o al maíz. Uno podría preguntarse ¿para qué? Hay infinitas respuestas basadas ya sea en la necesidad o la curiosidad, los dos grandes motores de la inteligencia humana.
Cultivos transgénicos.
La superficie de la tierra es enorme pero finita y la población humana va en franco aumento. En vistas de esto, desde mediados de los años ´60 la FAO (Org. de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y la OEA han puesto a disposición recursos económicos para fortalecer la investigación científica sobre cómo mejorar los rendimientos de los cultivos para atender la demanda creciente de alimentos. También han pedido a sus países miembros que hagan lo mismo. Así se han llegado a miles de formas de hacer que los cultivos sean mas resistentes a plagas, malezas, temperaturas extremas, sequias, salinidad, etc. De esto cabe remarcar que los avances más grandes se han hecho a través de la manipulación genética y la selección de variedades. Si bien hacia 2004 y 2005 la FAO decía que “la biotecnología podría ayudar a revertir la escasez de alimentos y disminuir la pobreza de los productores, pero aún falta hacer estudios”, actualmente promueve el uso de la misma.
Todo comienza con una investigación de maneras de resistencia a plagas, condiciones adversas o herbicidas, o como mejorar las propiedades funcionales o nutritivas de los cultivos. Las estrategias varían mucho según el objetivo perseguido. Después de infinitas pruebas de laboratorio y campo, se buscan las mejores posibilidades basándose en tres conceptos: Inocuidad (no hace daño), Efectividad (el cambio introducido es realmente significativo), Factibilidad (se puede aplicar sin inconvenientes). Este proceso en el mejor de los caso tarda 30 años desde que se comenzó hasta que se obtiene la semilla final, y entran en carrera miles de semillas hasta que queda una.
Así se han llegado a varios cultivos transgénicos usados actualmente. Un ejemplo de uso es el Maíz Bt: a las plantas de maíz se les dio la capacidad de expresar una toxina de la bacteria Bacillus thuringiensis en sus hojas que es letal para ciertos gusanos que se alimentan de estas hojas. El resultado: no hay tal proteína en los granos, pero si en las hojas, y el maíz sobrevive a esta plaga. Así se ahorra el uso de químicos, favoreciendo la economía del productor y la conservación del medio ambiente.
El otro caso conocido es el de la soja transgénica que se usa en tándem con el Glifosato. Este herbicida hace que todas las plantas no puedan sintetizar una familia de compuestos de vital importancia para ellas[1]. Sin embargo se introdujo en la soja un gen proveniente de una bacteria que crea un camino alternativo para sintetizar este compuesto, generando así soja resistente a este herbicida. Así tenemos una planta que resiste un compuesto tóxico para otras plantas. Cabe destacar que esta vía de síntesis y este compuesto sólo funcionan en plantas y bacterias: los animales somos indiferentes a este compuesto en las dosis aconsejadas.
Tanto el caso de la soja como el maíz, son los más conocidos a nivel mundial por la expansión de estos cultivos, pero el mundo de plantas transgénicas alcanza también al arroz y las hortalizas: en algunos países del mundo se cultivan papa y tomate transgénicos. Actualmente, y en vistas de las preocupaciones de la FAO y la OEA, el énfasis se pone no solo en cultivos transgénicos, sino en animales con modificaciones genéticas. Si bien en este caso la obtención y multiplicación de animales transgénicos no apunta a mejoras de la cantidad y calidad sino a usos medicinales, falta mucho por recorrer para alcanzar el avance que se ha logrado en las plantas.

Tabla 1cultivos transgénicos aprobados en argentina. Fuente argenbio https://www.argenbio.org/ . Allí también se puede encontrar el proceso de aprobación de un cultivo TG.
El rol de las empresas en el mundo de los transgénicos
Hasta aquí hemos descripto meramente la situación de la ciencia y el fomento de la misma para lograr cultivos transgénicos. Sin embargo, las reglas del mundo económico actual hacen que aparezca un actor intermedio vital: las empresas productoras de semillas transgénicas. En este sentido, hay mucha (muchísima) tela para cortar, pero nos enfocaremos en las cuestiones más relevantes.
La primera es la articulación ciencia-sociedad. Se entiende por transferencia el paso de un avance científico desde el grupo científico que lo realizó a la sociedad. Todo avance científico que llegue a la sociedad lo hace a través de un servicio o un producto. Las empresas son necesariamente el actor principal, aunque no el único de este nexo. El otro actor minoritario es el estado.
El eje científico productivo es fundamental para esto, y sólo en los países donde esto está bien articulado hay un flujo continuo e importante de transferencia. No es de sorprender que los más destacados de estos países sean Estados Unidos, India, Canadá, Francia, Dinamarca, Alemania, España y Japón. En ellos, a diferencia de Argentina, los principales capitales en investigación y desarrollo lo aportan los privados. De hecho, en todos ellos existen los denominados polos científico-industriales: los complejos de investigación y los polos industriales están próximos en distancia y comunicación. Donde nace una nueva idea hay varias empresas que enseguida tratan de capitalizarla. Si bien en Argentina se ha tratado de establecer algo similar, por nuestra realidad de mercado e idiosincrasia científica y productiva, eso no se ha logrado aún. Además las políticas de los últimos años poco han hecho para alentar esto. Hay quienes creen que el estado a través de INTA o CONICET puede suplir ese papel. Lamentablemente no son prioridades de estos organismos la producción comercial de los avances científicos. Si bien se fomenta la transferencia, cabe decir que la eficiencia con que se hace esto es muy baja. Si se pensara en empresas estatales, con el grado de corrupción acostumbrado en nuestras instituciones públicas, estaríamos fomentando una nueva burguesía de parásitos del estado con empresas propias y muchísimos casos de corrupción. No debe sorprender que en este campo la codicia y el orgullo son muchas veces las principales trabas al progreso.
Volviendo al tema de esta sección, existen ciertos países que han logrado acoplar la ciencia y la fuerza productiva. Así, las empresas cuentan con un recurso invalorable en la industria además del capital: la innovación. La innovación científica es uno de los recursos más caros que hay: desde la idea hasta el producto pueden pasar más de 30 años e investigarse diez mil compuestos iniciales de los que por etapa solo pasan entre el uno y el diez por ciento a la próxima fase de investigación. Sin embargo este capital es también uno de los más rendidores: del compuesto obtenido entre patente y producción del mismo se puede obtener mucha utilidad y por varios años (según el país hasta 15 años por la patente).
Hay numerosas empresas dedicadas a este negocio de innovación y una de las más conocidas a nivel mundial es sin duda Monsanto. Esta empresa es ejemplar en varios aspectos: es sin duda una de las que mejor sabe leer hacia dónde va la tecnología: arranco en la química, siguió a la farmacia, volvió a la química y ahora también se dedica a la genética. Además es una de las empresas que más inversión hace en investigación. Para tener una idea de qué tipo de empresa es Monsanto vale decir que su caso es casi paralelo al de la Bayer de Alemania. Es realmente una corporación gigantesca, que muy a pesar de quienes intenta demonizarla ha hecho un gran aporte ecológico en la conservación del suelo como uno de los principales impulsores de la siembra directa. Sin embargo, como todo caso de gran corporación es demonizada por sectores que o bien están en contra de las corporaciones o bien están contra las investigaciones que estas llevan adelante. Es tan ingenuo pensar en estas corporaciones como demonios, así como pensar en ellas como grandes benefactores. Bien es sabido que en estos casos de empresas que dependen de la investigación hay inteligencia y se trabaja en los límites de la legalidad.
El problema de la soja Transgénica y el rol de Monsanto
A grandes rasgos, en Argentina hay dos grandes tipos de cultivos extensivos. Los de grano fino que se siembran a fines de verano, principios de otoño y se cosechan desde el inicio de la primavera y hasta entrado el verano: trigo, avena, cebada y centeno los más populares; y los de grano grueso que suelen ser los que se siembran al entrar la primavera, después de las heladas y se cosechan al promediar el verano, incluyen como más representativos a la soja y al maíz. Viendo el rinde y los precios que se presentan a continuación se podrá entender bien porque hoy conviene plantar soja donde se pueda.

Sin embargo, no es solo económica la cuestión, sino práctica. El sistema de cultivo de soja transgénica es un sistema de fácil aplicación y muy ventajoso, además de la alta disponibilidad de todas las maquinarias para su siembra. Este método es la siembra directa, un método que ahorra trabajo al sembrador, protege el suelo y aumenta la cantidad de nutrientes en el mismo. Consiste en sembrar sobre los restos del cultivo anterior (rastrojo), sin remover el suelo. Esto ahorra el trabajo de la remoción de la tierra, mejorando la calidad del suelo. Debe recordarse que lo que se siembra son semillas de soja, que tienen resistencia al glifosato, por lo tanto para evitar el crecimiento de malezas solo hay que aplicar el herbicida, y así tenemos una baja incidencia de plantas no deseadas. Todo esto, resume un arduo trabajo que, si bien está mucho más simplificado gracias a los avances científicos y tecnológicos, no deja de ser un arduo trabajo, con profesionales planificando y gente trabajando día y noche, contrarreloj y contra inclemencias climáticas, apostando su capital al riesgo de inundaciones, sequías, heladas tardías y granizos.
Analizando esto, existe principalmente una empresa que introdujo, y actualmente vende las semillas TG y el herbicida para el cultivo de mejores características económicas (hay de otras marcas también en el mercado, pero la preferencia es hacia la Soja RR de Monsanto) y un contexto de cada vez más presión tributaria sobre el agro, por lo que el productor se vuelca a producir soja, y tratando de maximizar los rendimientos, para estos e usan mayores cantidades de fertilizantes inorgánicos y de herbicidas. El incremento de estos últimos responde a dos factores.
El primero es creer que el aumento de las dosis mejorará el efecto del herbicida, esto es cierto a medias. Si bien el aumento del uso de herbicida mejora su efecto, llega cierto punto en el cual agregar más herbicida no mejorará su efecto. Además si bien este herbicida es considerado inocuo (el glifosato es de bajo riesgo para la salud humana y animal), al aumentar las dosis, esta inocuidad se pierde. Sin entrar en detalles biológicos, este compuesto es invisible para los animales hasta que se llega a cierta concentración en aire o agua. Pasada esta concentración el compuesto podría tener efectos nocivos en animales, aunque científicamente no se ha logrado comprobar alguno en particular.
El segundo factor que afecta el uso de glifosato, es la generación de resistencia al mismo en plantas naturalmente sensibles: a medida que se usa este herbicida surgen plantas con mayor tolerancia al mismo. Estos e acelera con el uso de dosis crecientes.
Respecto al uso de los fertilizantes, el mayor riesgo de su uso radica en que estos llegan a los cursos de agua, alterando el balance de nutrientes y provocando aumentos estacionales dela flora de los mismos (algas). Esto también altera la fauna y la microbiología de los mismos, lo que puede generar mortandad de peces, olores nauseabundos en agua de red o la presencia de algas en la misma.
Efectos del uso de transgénicos
Ya se han comentado los beneficios productivos y económicos que provocan los transgénicos. Ahora bien, estos efectos no son los únicos. Hay efectos que eran previsibles al iniciar el comercio de estas variedades y otros que no. El más previsible es el reemplazo de las variedades tradicionales por las TG en vistas de su superioridad productiva. Aquí hay una pregunta de difícil respuesta científica y de debate casi filosófico: ¿que se pierde con el reemplazo de las semillas comunes por las transgénicas?
La primer respuesta es que se pierde una enorme variabilidad genética: las semillas TG se desarrollaron a partir de una variedad en particular, y con una carga de genes que no está presente en otras variedades. Así lo que se pierde es la diversidad de información genética. Las consecuencias de esto son desconocidas y hay muchas teorías al respecto.
La segunda es la posible transferencia de los genes introducidos a plantaciones similares o especies relacionadas. Esto por ejemplo se vio con el maíz en Méjico. En este país hay dos grandes tipos de plantaciones de maíz: las industriales y las familiares, generalmente de los descendientes de nativos. Los primeros usan variedades TG de alto rinde, en tanto que los segundos plantan semillas sin modificaciones genéticas, que sus antepasados vienen sembrando desde hace generaciones. La proximidad entre estos cultivos en muchos lugares ha hecho que las variedades autóctonas hayan recibido genes de los TG por polinización cruzada. Esto se debe a que la planta de maíz tiene flores hembra, que darán lugar a los choclos, y flores machos que contienen polen, el equivalente al esperma en vegetales. La fecundación da lugar a las semillas de choclo, al encontrarse cerca las plantaciones, el polen TG fecundó plantas autóctonas. Es probable que se haya perdido así gran parte de la genética original del maíz. Relacionado con esto esta el tema de la polinización cruzada.
A diferencia de los animales, el camino evolutivo de las plantas permite que especies más o menos cercanas puedan cruzarse a través de la polinización. Así, por ejemplo nacieron algunas variedades de zapallos, y el triticale (cruza de trigo y centeno). No se puede saber a ciencia cierta cuáles especies cultivadas pueden influir a especies autóctonas, pero es un riesgo latente en el uso de variedades transgénicas.
De la mano de lo antes mencionado viene la perdida de variabilidad genética. Antes se mencionó que la información genética es heredable y contiene todas las instrucciones para el funcionamiento correcto de cada individuo, por lo que el camino evolutivo está guardado en esa información. Las sequías, las inundaciones, los suelos salinos y demás condiciones atravesadas a través del tiempo por las plantas han moldeado esa información y se han guardado en forma de variaciones. ¿Qué pasaría si se pierde esa información por la propagación de una sola variedad con una información genética única? ¿Cómo se puede recuperar si se pierde eso? Afortunadamente actualmente existen los bancos de semillas, que tratan de evitar la pérdida de la riqueza genética de las especies. Sin embargo es un riesgo del cual no se tiene conciencia, y está más próximo de lo pensado.
Otro efecto de los transgénicos tiene que ver con la reducción de la rotación de cultivos. Se mencionó al inicio la existencia de dos tipos de cultivo: los de invierno (cosecha fina) y los de verano (cosecha gruesa). A su vez, existen distintas familias de plantas de cultivos extensivos: las gramíneas (trigo, avena, cebada, centeno, sorgo, maíz), las leguminosas (soja, alfalfa, trébol), las compuestas (girasol). Esta diferencia de familia hace que varíen características como los efectos del cultivo sobre estructura del suelo y el uso y aporte de nutrientes, por lo que se recomienda la rotación con alternaciones con descanso para mejorar y cuidar el suelo. Dados los altos rindes de los cultivos transgénicos (que son esencialmente soja y maíz, en menor medida algodón), y las condiciones comerciales que favorecen algunos granos, es cada vez menor la tendencia al uso de cultivos sin modificaciones genéticas. En el mejor de los casos hay una rotación maíz, soja; en el peor de los casos se cae en el monocultivo. Esto hace que en el suelo escaseen algunos nutrientes y algunos se acumulen, además de cambiar la estructura del mismo hacia una que favorece el cultivo más usado. Esto es un riesgo ecológico muy grande, ya que estos cambios alteran también la microbiología del suelo que es el principal sostén de la mayoría de los procesos biológicos globales.
Conclusiones
Se han repasado a lo largo de esta monografía diversos aspectos de los cultivos transgénicos. Se puede apreciar que desde su concepción, estos han sido concebidos para mejorar la calidad de vida de la sociedad, y que en el proceso de su aprobación se tienen en cuenta todos los riesgos. Todos menos uno: la falta de conciencia en el uso. Los cultivos transgénicos tienen numerosas ventajas que hacen de ellos los mejores cultivos disponibles, pero deben ser usados racionalmente para evitar peligros latentes, como la destrucción del suelo y los recursos hídricos, así como la pérdida de la riqueza genética.
Respecto al papel de las multinacionales, estas están dentro de un marco regulatorio con muchos grises y blancos, a pesar de que científicamente es poco lo que se les puede reprochar. Es probable que la solución a esto más que la prohibición de su radicación o el boicot sea el establecimiento de mejoras en las reglas de juego. Esto iría a favor del desarrollo de una industria nacional en el sector, la competencia justa y la prevención del monopolio y la fuga de capitales.
En este sentido sería muy beneficioso el desarrollo de una industria biotecnológica nacional, no solo por la necesidad de una mayor transparencia en el mercado, sino por el aporte económico que en los próximos años puede hacer este campo a la economía argentina. Para esto hay que tener en cuenta que se viene una “Revolución Biotecnológica”, dado que ya la contribución de las mejoras técnicas es poco significativa en un contexto de agro altamente profesional, mecanizado y planificado. Para esto es fundamental al articulación de políticas entre los organismos involucrados (Min. De Ciencia y Tecnología, Min. De Industria, Min de Economía, CONICET, INTA).
Asimismo, se ve la importancia del factor económico en el uso de la Biotecnología: el uso y abuso de semillas y químicos va en busca de una mayor rentabilidad. Es por esto que, a nivel macro, en lugar de manejar el cultivo de semillas a través de la presión tributaria (que ha hecho por ejemplo que se reduzca drásticamente las plantaciones de sorgo y trigo), se recomienda el fomento por capitales previos. Para esto, el estado debería garantizar a priori la compra de una cuota determinada por tipo de grano, para evitar el desabastecimiento. Esto puede hacerse directamente por el estado o a través de intermediarios, pero es una medida que definitivamente no solo mejoraría los problemas de desabastecimiento, sino que indirectamente favorecería la rotación de cultivos y la industria Biotecnológica Nacional.
Es fundamental la creación de conciencia a través del consejo de los profesionales y del fomento de una justicia económica. Tal como se dijo al inicio, se conocen los fundamentos y eventualmente se pueden manipular los procesos biológicos a través de la Biotecnología, pero la voluntad de quienes usan esas herramientas determina el efecto que tiene. Por eso es necesario destacar que no existe la Biotecnología mala (o las empresas malas) sino que son los usuarios finales los que determinan el impacto del uso de la misma. La ciencia y la tecnología nos proveen de estas herramientas, ¿tenemos la conciencia suficiente para hacer un buen uso de ella?
[1]El compuesto en cuestión es un precursor de los aminoácidos aromáticos. Estos aminoácidos son sintetizados sólo por las plantas, y de ellas los obtienen los animales. De ahí la inocuidad en animales del Glifosato, que inhibe la producción de este compuesto en plantas. Éstas los necesitan para la fotosíntesis y sin ellos es difícil su supervivencia.
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